jueves, 3 de mayo de 2012

Dos restauradores islámicos asesinaron a una inglesa de 14 años y trocearon su cadáver para convertirlo en carne kebab



De haberlo sabido, el general Montgomery se habría enrolado en la Wehrmacht en vez de combatir a los alemanes. El presente del Reino Unido es ya aterrador como consecuencia del sentimiento de culpa inducido a los europeos por los vencedores de la II guerra mundial. En este caso la realidad supera a la ficción.
Una adolescente británica de 14 años desaparecida a la salida de su colegio, fue violada y asesinada dentro de un restaurante Kebab de Blackpool, una localidad costera al noreste del Reino Unido. Tras ser asesinada, sus captores trocearon su cuerpo y lo convirtieron en carne kebab para el consumo de los clientes.
Los autores del macabro mantenían esclavizadas asimismo a unas 60 menores de edad y jóvenes en Blackpool. Las sometían a toda clase de aberraciones sexuales a cambio de alcohol, cigarrillos y en ocasiones drogas. Los criminales eran todos musulmanes del Medio Oriente.
Un periodico londinense se ha atrevido por fin a publicar el caso. Cuentan sus editores que no lo hicieron antes por temor a ser acusados de racismo.
El caso que ahora se ha descubierto data de una acusación de asesinato del 2007. Dos hombres de Medio Oriente que poseen un local de kebab en Blackpool comparecieron ante la Justicia británica por la desaparición de Charlene Downes, de 14 años, en el 2003.
En las investigaciones llevadas a cabo por la Policía se descubrió que Charlene, junto con otras 60 escolares, habían servido de esclavas sexuales de los musulmanes. Las jóvenes permanecían encerradas en un sótano del local.
La sangrienta orgía que acabó con la vida de Charlene fue perpetrada por once hombres. Entre los acusados de la violación y el asesinato de la británica se hallaba un jordano, Iyad Albattikhi, así como un iraní, Mohammad Raveshi, que fue el encargado de trocear el cadáver de la niña para utilizarlo como carne kebab en el restaurante.
Pese a las evidencias, entre ellas una grabación dentro del establecimiento donde uno de los autores admitía los hechos, el tribunal no pudo emitir un fallo condenatorio contra los musulmanes al no hallarse ningún rastro de la víctima. Tan sólo pudieron ser acusados de un delito de proxenitismo, pero al carecer de antecedentes fueron puestos en libertad.
Cada año desaparece, sin dejar rastro, más de un millar de jóvenes de raza blanca en el Reino Unido.


alertadigital.com

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